posted Sep 5, 2011, 11:02 PM by coss admin
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updated Sep 17, 2011, 9:36 AM
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Autor: Wilfredo Amr Ruiz, Esq. Fuente: El Diario NY Los ojos del mundo miran angustiados la represión del régimen del dictador Bashar Al Assad en Siria. Sus sanguinarias órdenes de reprimir con francotiradores, soldados y tanques de guerra a la población civil ya le costó el puesto y la vida al Ministro de Defensa General Ali Habib, hallado muerto un día después de “haber renunciado”. Habib había ofrecido resistencia a las órdenes de su Presidente de atacar la población civil y ocupar el pueblo de Hama. El pretexto que continúa esgrimiendo Al Assad es similar al ofrecido por los derrocados caudillos en Egipto y Túnez, y por Gadaffi en Libia: que lucha contra elementos terroristas en su país. Es precisamente en Hama donde la historia nos llama la atención. En esta ciudad hace casi 30 años el entonces presidente sirio Hafez Al Assad, padre del actual dictador, junto a su hermano menor Rifaat, masacraron a sobre 20,000 ciudadanos. La ciudad fue asediada y bombardeada por tres semanas y luego Assad padre envió equipo pesado para acabar de destruir y aplanar los edificios ruinosos cuando aún estaban ocupados por inocentes. Hoy, Bashar Al Assad demuestra ser el mejor discípulo tanto de su cruento padre como de dictadores vecinos ordenando muerte y destrucción a diestra y siniestra. Por otro lado, el valeroso pueblo sirio le está pasando la factura. A pesar del riesgo inminente de muerte, miles de ciudadanos continúan lanzándose valerosamente a las calles demandando la renuncia del tirano y mayor participación democrática. Esta vez el mundo entero los ve y cada ciudadano muerto fortalece e inspira. Embriagado del venenoso poder, Al Assad seguirá sordo a la solicitud de renuncia que le han hecho los Estados Unidos y sus aliados europeos. Ignorará igualmente los reclamos y denuncias de Naciones Unidas, la Liga Árabe y potencias vecinas como Turquía. Indudablemente, Al Assad avanza con paso agigantado al progresivo aislamiento no sólo de sus vecinos, sino de la comunidad internacional; evocando el aislamiento al que fue sujeto Iraq bajo el régimen de Saddam Hussein. El llamado a la renuncia del dictador y a mayores sanciones debe ampliarse con firmeza, especialmente aspirando a que provenga de potencias más influyentes en la política de Siria como lo son Turquía y Arabia Saudí. ¿Por qué tanta voluntad para actuar contra Gadaffi en Libia en contraposición a la lentitud y timidez contra Al Assad? Ojalá el liderazgo del mundo libre demuestre que su resolución no depende del petróleo que yace bajo los suelos, sino del verdadero amor a la libertad y los derechos humanos. |
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